Así, nos fuimos a su carnicería a preguntarle y.... ¡¡sorpresa!!, su papá, Nacho, tenía una cabeza de cordero. Pudimos ver y tocar los músculos, el cráneo y... ¡¡ EL ENCÉFALO!! estaba el cerebro con todos sus amigos, el tallo cerebral, el cerebelo... Fue genial, además, nos lo regaló para poder llevárnoslo al cole donde por supuesto seguimos tocándolo e investigando.
Aunque al principio nos daba un poco de miedo y no queríamos tocarlo, nos gustó un montón.
¡¡Gracias Nacho!!